sábado, 9 de agosto de 2014

Minificciones de León Tolstoi, parte2

Minificciones de León Tolstoi, parte2.

En esta ocasión , continuamos con la segunda parte de las miniffciones del Tolstoi . Escogí tres ; de rápida lectura y con una moraleja . 

El primer cuento nos narra la enfermedad de un rey, el cual, para salvar su vida debe quitarle la camisa a un hombre muy feliz , y con esto su enfermedad desaparecería . 


El Zar y la camisa 


Había una vez un zar que estaba muy enfermo. Un día hizo saber a sus súbditos:
- “¡Daré la mitad de mi reino a quien me cure!”.
Entonces todos los sabios se reunieron para tratar de curarlo, pero ninguno supo cómo hacerlo. Sólo uno de ellos, muy anciano, les comunicó:
- Haced saber al zar que únicamente existe una forma en la que podría recuperar la salud: “Si se encuentra un hombre feliz sobre la tierra y le ponen su camisa al zar, este se curará”.
El zar ordenó que buscaran a un hombre feliz por todo el mundo. Sus enviados recorrieron todos los países, pero no hallaron lo que buscaban. No había ni un solo hombre que estuviera contento con su vida. Uno era rico, pero enfermo; otro estaba sano, pero era pobre. Y el rico y sano, se quejaba de su mujer o de sus hijos. Todos deseaban algo más y no eran felices.
Un día, el hijo del zar pasó por delante de una pobre choza y oyó que en su interior alguien exclamaba:
- “Gracias a Dios he trabajado, he comido bien y ahora puedo acostarme a dormir. Soy feliz, ¿qué más puedo desear?”
El hijo del zar se llenó de alegría e inmediatamente ordenó que le trajeran la camisa de aquel hombre, para llevársela a su padre, y que le dieran a cambio de todo lo que quisiera.
Los soldados entraron a toda prisa en la choza del hombre feliz para quitarle la camisa, pero se sorprendieron al descubrir que aquel hombre era tan pobre, que ni siquiera una camisa tenía.

 


Este segundo cuento , nos narra como la avaricia le hace mal a cualquier y por lo mismo , pierde todo. Un Mujik - nombre que reciben los campesinos rusos - , dejó caer su hacha en el río, pero este, a base de pruebas le regreso la suya y con un premio mas; en cambio , su compañero, no recibió lo mismo.

EL MUJIK Y EL ESPIRITU DE LAS AGUAS

Un mujik dejó caer su hacha en el río y, apenado, rompió a llorar.
El espíritu de las aguas se compadeció de él, y presentándole un hacha de oro, le preguntó:
--¿Es la tuya?
Respondió el mujik :
--No, no es la mía .
El espíritu de las aguas le mostró otra de plata.
--Tampoco es ésa -dijo nuevamente el mujik.
Entonces el espíritu de las aguas le mostró su propia hacha.
Viéndola, el mujik exclamó:
--¡Esa es la mía!
Para recompensarle por su honradez, el espíritu de las aguas le regaló las tres hachas.
De vuelta en su casa, el mujik mostró su regalo, contando aquella aventura a sus compañeros.
Uno de ellos quiso hacer lo que él; fue a la orilla del río, dejó caer su hacha y rompió a llorar.
El espíritu de las aguas le presentó una hacha de oro y le preguntó:
--¿Es la tuya?
El mujik , lleno de gozo, respondió:
--¡Sí, sí, es la mía!
El espíritu de las aguas no le dio ni la de oro ni la suya, en castigo de haberle engañado.



 El último relato de nombre EL MANATIAL , nos narra como las interpretaciones de cada persona son completamente diferentes. Tres viajeros se reunierón junto a un manantal, donde vieron una piedra con la sigueinte inscripcioón " Pareceos a este manatial " . Los tres argumentaron sus respuesta, siendo éstas muy diferentes.

EL MANANTIAL

En un caluroso día de verano, tres viajeros se reunieron junto a un fresco manantial, que estaba al lado del camino, rodeado de algunos árboles y de húmedo césped; el agua, pura como una lágrima, caía en un recipiente naturalmente hecho en la piedra; luego se vertía para esparcirse por la pradera.
Los viajeros descansaron a la sombra de aquellos árboles y bebieron agua del manantial.
Junto a él vieron una piedra en la cual se leían estas palabras:
"Parecéos a este manantial."
Los peregrinos leyeron la inscripción, después se preguntaron su significado.
--Es buen consejo -dijo uno de ellos, que era comerciante--. El arroyo corre sin cesar, va lejos, recibe agua de otros y se hace un gran río. Así, el hombre debe imitarle ocupándose de sus asuntos, y siempre triunfará y conseguirá riquezas.
--No -dijo el segundo viajero, un joven--. A mi entender, esa inscripción significa que el hombre debe preservar su alma de los malos instintos, de los deseos malos; su alma debe estar tan pura como el agua de este manantial. Actualmente, esta agua da fuerzas a los que, como nosotros, se detienen para beber; si hubiese atravesado el universo, si el agua estuviera turbia, ¿qué utilidad tendría?, ¿quién la querría beber?
El tercer viajero, que era anciano, sonrió y dijo:
--Este joven tiene razón. El manantial, dando de beber a los sedientos, enseña al hombre a practicar el bien indistintamente, sin esperar recompensa, sin contar con el agradecimiento.



1 comentario:

  1. muy bueno e interesante!! Sinceramente me gustan mucho los cuentos de Tolstoi =)

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